Qué placer se siente, cuando uno abre la carta de un restaurante y se da cuenta a primera vista,de que ésta ha sido confeccionada con esmero y que una prolija selección de platos se nos ofrece a nuestra vista y sentidos. Prolija, además, si me permiten usar este término, pero es que las cartas prolijas son las que yo más prefiero, porque contienen, generalmente, no más de cinco o seis entradas y otros tantos platos principales y postres.
El chef de Cacao: Adrián M. Archis, ha sabido lograr una carta que se presenta ante el comensal de manera agradable y amena, permitiendo sin mayores dificultades poder elegir el menú. Y, cuando me refiero a la prolijidad en su confección, uso este término porque uno puede seguir una progresión que va desde la entradas hasta el postre sin mayores dificultades, dejando solamente llevarse por los sentidos.
Otra cosa, que no puedo dejar de destacar, es que éste menú no tiene platos de pastas ya que generalmente la inclusión de éstos hacen que la gente las termine eligiendo por llamémoslo... (como usted mejor desee), un paladar aburrido, o, si prefiere, cauteloso ante un plato novedoso e innovador .
De lo degustado; el carpaccio, merece una especial mención por no caer en lo barroco, - y aquí nunca mejor dicho menos es más - y de la trucha con olivas y muzarella, pasamos a un excelente tiramisú, (que debo confesar casi nunca está entre mis postres favoritos), pero nobleza obliga, este se lleva las palmas!...
Y como no solo un buen chef hace a un restaurante, quiero destacar la cuidada atención que dispensan las camareras y la no menos agradable recepción que ofrece a los comensales Katerina, esposa del chef , y responsable de este esfuerzo por lograr un equilibrio entre la buena comida y una atención medida.
Creo que si continúan por este camino, Cacao será un restaurante, que todo turista en su paso por Jujuy no querra dejar de conocer.