
Cuando una cena, preparada con esmero y por la persona que uno ama, no alcanza para mitigar el dolor de una inevitable despedida, o hablar con mi madre -como todas las noches- no trae paz a mi alma que angustiada por lo que se acerca, clama por salir de mi cuerpo y así, cubrirme como un manto consolador, tratando de decirme que, en esta noche, cene en paz y armonía, por que lo que se acerca... también es paz y parte de la vida.
Por eso amiga no te has ido y ya te extraño y sé que extranaré tus maullidos pidiendo comida, que no fue una costumbre de toda tu vida pero que sólo Dios saber por que empezaste a hacerlo al final de tus días, y por eso me digo nuevamente ¡tenemos que cenar en paz y armonía! y también brindar por cada día que nos regalaste tu amor y tu compañía.
Bueno, como ya todos los sentidos lo presagiaban te has ido y el brindis de nuestra cena de anoche, fue silencioso, sentido, con olor a angustia, pero sé que cada uno a su manera levantó su copa agradeciendo cada día que nos fue regalado, ( y que si bien el final será triste) lo que cuenta es lo vivido, " que es siempre lo que al final vale".
No hay comentarios:
Publicar un comentario